domingo, 11 de marzo de 2012

7.


Todos los días, entre las 10 y las 12, te pienso. Veo tu rostro claramente y recuerdo que no te he conocido, que tan solo he soñado nuestro encuentro. Sé que estás allá afuera, en alguna parte, buscándome. Yo aquí en ansiosa espera, mordiéndome las uñas, dando vueltas en la habitación. ¿Por qué tardas tanto? ¿Acaso no has leído mis cartas llenas de propósitos? Ven, toma mi mano, vamos a caminar. Prometo ser quien digo ser, prometo ser congruente.

Llévame hasta lo más alto y aviéntame hacía abajo, levántame y vuélveme a tirar, aplástame si quieres, pero conviérteme en mejor persona. Rompe mi corazón, tíralo a la basura, recoge los pedazos y únelo de nuevo, pero muéstrame lo que es el amor. Infla mi ego o destrúyelo, pero enséñame una valiosa lección. 

¿Será que necesito ser más paciente, porque todo llega al tiempo que debería? ¿Porque veo entonces a mis amigos de infancia y veo que ya los has alcanzado, otorgándoles grandes alegrías y éxito?

Mis padres siempre dijeron que yo haría grandes cosas, que voltearía al mundo de cabeza o llegaría a la luna. Pero estoy aquí, en tierra firme, en el mismo lugar que hace siete años, haciendo casi lo mismo. Despertando todas las mañanas con la misma interrogativa: ¿Qué camino debo elegir?
Por un lado se encuentra la danza, por otro la sociología y por otro el voluntariado. Quisiera encontrar la manera de hacerlo todo, ayúdame.

¿Cuándo vendrás a mí, destino?


domingo, 4 de marzo de 2012

6.

He susurrado tu nombre al viento hasta el cansancio. Le he pedido que te lleve una brisa, un soplo, un vendaval, algo que te haga saber que te pienso, que haga tu sangre vibrar y de pronto recuerdes que me quisiste, que me quieres. Es inútil: tienes el pasado tatuado en el orgullo, y en tus ojos se asoman graves y profundas heridas. Le temes a una caricia, a cualquier gesto que demuestre cariño: me temes.

¿Qué hago entonces con esto que siento aquí adentro, clavado? ¿Cómo arranco el sentimiento? Dime cómo hago para que no me importe, para estar tranquila. No me alejes, cobarde. No me sueltes, te pido. Vuelve tus ojos hacia mí, vuelve.

Te estaré esperando un tiempo, al menos hasta que me dé cuenta del gran error que cometo al creer que regresarás. Tu mente ya está en otro lado: has decidido seguir adelante. Tal vez te resulta necesario irte de mí. Tal vez descubriste que te estaba anclando. Si es así, ¿quién soy para impedir tu partida? 

Solo espero que verdaderamente encuentres camino, que no me hayas hecho a un lado para seguir siendo el mismo. Avanza, deja a un lado aquel que has pretendido ser. Muéstrate al mundo. Ya no te escondas más bajo esa máscara usada por muchos. Comienza a vivir sin miedo a sentir. Me hubiera encantado descubrir contigo cuánto puedo amar, hasta dónde puede llegar mi sacrificio, mi suplicio. Me siento lista para ti, pero tú no lo estás para mí. Nos estamos viviendo a destiempo, y eso, amor mío, nos está matando.