viernes, 19 de abril de 2013

9.

Si niego con la cabeza, nadie me cree.
Si retrocedo ante un buen argumento, mi interlocutor desconfía y me tilda de hipócrita, débil o ignorante.
Si estoy de acuerdo sospechan y buscan un cuchillo en su espalda.
Si lloro, me temen. Si río, se ofenden.

Habría que inventar nuevos gestos, o cambiar de sitio algunos, para poder entendernos.